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Mostrando entradas de febrero, 2021

Microrrelato: Al rincón

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Al rincón     Abrió la puerta exterior que daba al sótano. La noche estaba huérfana de luna y, como de costumbre, bajó los escalones recitando los pecados capitales.      Uno, «ira». Dos, «gula». Tres, «soberbia».     «Orgullo», «pereza» y «avaricia» y encendió la luz. Junto al interruptor, agarró el extremo de un cabo mohoso. Tiró fuertemente y la puerta se cerró como las fauces de un lobo.      La humedad cubría las paredes casi hasta el techo. En la entrada había una pequeña mesa donde dejó su cabás. En mitad de la pequeña sala, una lámpara de techo cubierta de telarañas y, debajo de esta, una silla de madera con trozos de cuerda en el suelo.      En una esquina, su paciente temblaba atado de pies y manos. Un saco de tela cubría su rostro. No necesitaba verle la cara, en su lugar alguien había escrito "pederasta" en el exterior. Con eso era suficiente.      Lo acompañó amablemente a que tomará asiento y sutilmente lo ató a los travesaños de la silla. El encapuchado comenzó

Microrrelato: Lucha de gigantes

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Lucha de gigantes       La claridad que llegaba a aquel páramo de su mente quedó eclipsada por la enorme bestia alada. Batía sus alas descendiendo hasta donde se encontraba, cortando el camino que después de mucho tiempo se había decidido a recorrer. El polvo lo envolvió.     Cuando empezó a disiparse, consiguió ver como se aproximaba un dragón de dos cabezas.     —¿Dónde piensas que vas?     —¡Por favor, cállate! ¡Déjame tranquilo de una puta vez! —Su voz se desgarró al tiempo que empujó con todas sus fuerzas aquella mole grisácea. Sus golpes resultaban estériles.      De manera repentina el reptil giró sobre sí mismo golpeándolo con la cola en el pecho y lanzándolo contra la pared de rocas que estaba detrás suya. A duras penas mantuvo el equilibrio.     —¡No vales nada! Ni siquiera mereces que pierda mi tiempo contigo. Pero aquí estoy. —la voz gutural hacía retumbar la gravilla del suelo. —Cuando todos se alejaron de ti, ¿quién estaba ahí? Y ahora que me has permitido crecer, ¿preten

Microrrelato: El premio

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El Premio     Quería dedicar este primer premio a mis padres. Ellos fueron los que compraron la granja donde hoy crecen estos hermosos tulipanes.      Agradecer también la deportividad a mis compañeros de Chernóbil. Después de muchos años siendo primeros, han sabido encajar con deportividad su segundo puesto.      Por último, quiero dedicárselo a la generación de mi abuelo, llena de hombres recios y tercos sin los cuales no se habría producido la gran guerra. Aún conservamos en su memoria alguna bota militar junto al campo de cultivo. Gracias a ellos, hoy tenemos un país libre y uno de los suelos más fértiles de la tierra.    ¿Te gustó el microrrelato? déjame tu opinión en los comentarios.  También puedes suscribirte a la lista de correo para no perderte nada. Y no olvides entrar en  http://www.evora.es  para leer más historias como esta. Créditos: Photo by Alexander Schimmeck on Unsplash

Microrrelato: Penitencia

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Penitencia     Dígale, agente, que no tuve más remedio que hacerlo. Cuando aparecí cubierto de sangre junto al puerto ya no había marcha atrás. Tenía que extirparlo de mi vida, ¿comprende? O Por lo menos, no dejarlo salir hasta que estuviera dentro de una celda como esta. Ahora, si tiene a bien cerrar la puerta, se lo agradezco. Por favor, páseme el pequeño frasco del interior de mi chaqueta, llegó el momento de que el señor Hyde vea el lugar donde pasará los próximos diez años.    ¿Te gustó el microrrelato? déjame tu opinión en los comentarios.  También puedes suscribirte a la lista de correo para no perderte nada. Y no olvides entrar en  http://www.evora.es  para leer más historias como esta. Créditos: Photo by Ehimetalor Akhere Unuabona on Unsplash