Microrrelato: Al rincón
Al rincón Abrió la puerta exterior que daba al sótano. La noche estaba huérfana de luna y, como de costumbre, bajó los escalones recitando los pecados capitales. Uno, «ira». Dos, «gula». Tres, «soberbia». «Orgullo», «pereza» y «avaricia» y encendió la luz. Junto al interruptor, agarró el extremo de un cabo mohoso. Tiró fuertemente y la puerta se cerró como las fauces de un lobo. La humedad cubría las paredes casi hasta el techo. En la entrada había una pequeña mesa donde dejó su cabás. En mitad de la pequeña sala, una lámpara de techo cubierta de telarañas y, debajo de esta, una silla de madera con trozos de cuerda en el suelo. En una esquina, su paciente temblaba atado de pies y manos. Un saco de tela cubría su rostro. No necesitaba verle la cara, en su lugar alguien había escrito "pederasta" en el exterior. Con eso era suficiente. Lo acompañó amablemente a que tomará asiento y sutilmente lo ató a los travesaños de la silla. El encapuchado comenzó