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Mostrando entradas de marzo, 2021

Relato: En la frontera (parte 1 de 4)

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En la frontera (parte 1 de 4)      Llegué al puerto tarde. Desde que me trasladaron a Huelva hace ya un año, la rutina de llevar a mi hijo al colegio se había convertido en una guerra diaria. Lolo no se había integrado muy bien en el nuevo centro y aún no tenía amigos; esto hacía que todas las mañanas empezáramos una guerra que normalmente finalizaba más tarde de lo previsto.      Cuando llegué a la garita, mi compañero José Carlos me esperaba en la puerta.      —¿Qué tal Antonio? ¿Otra vez jaleo con el crío?       —Mejor ni te cuento. Hoy, justo cuando estábamos llegando al cole se ha hecho caca encima. He tenido que volver a casa y cambiarlo entero. Bueno, le he cambiado toda la ropa menos las orejeras rojas.      —No me digas que lo llevas con orejeras. ¡pero si hace más de treinta grados!      —Ya lo sé, pero es la única manera de que no esté llorando todo el rato.      —¡Jo...

Relato: El silo

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El silo      Revisé por última vez el equipamiento antes de saltar. En el cinturón, un par de bengalas para señalar el objetivo, pistola con silenciador y tres cargadores. En la pierna derecha llevaba un cuchillo Ka-Bar que me regaló Mike cuando tuve a mi primer hijo. Según él era un recordatorio para volver a casa, pero estoy seguro de que fue para que dejara de pedirle el suyo.      Me coloqué el arnés del paracaídas y en los cierres del pecho, coloqué el cortafrío con el que abrir un hueco en la alambrada.      —¡Chicos! ¿Estáis listos? —Todos me miraron— El objetivo es Dimitri Nenko, un químico secuestrado por los insurgentes ucranianos. Inteligencia confirmó ayer con una imagen de satélite que se encuentra en estas instalaciones.      Mike me miró y volvió a hundir su mirada contra sus pies. Llevábamos más de diez incursiones juntos y en ese momento siempre permanecía callado con sus dedos entrelazados, como si rezara a al...

Relato: Reflejos

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Reflejos      El sonido del teléfono me arrancó de la penumbra en la que estaba sumido. Llevaba varios días que me resultaba imposible levantarme con el despertador. Había algo que me generaba un cansancio insaciable.      Tenté la cama y la mesilla en busca del maldito móvil. Maldije la hora que puse el Gangnam Style como tono de llamada y aun así, no me dio tiempo de cogerlo. Cuando vi la pantalla ya se amontonaban doce llamadas de Elena. Me había vuelto a quedar sopa.      La luz fuerte de las diez de la mañana de agosto envolvía todo el dormitorio. No sé cómo me quedé dormido sin quitarme ni la ropa, pero estar vestido me acababa de salvar de un despido seguro.      Salté de la cama. Metí el móvil en el bolsillo del pantalón, ajusté el cinturón y metí mi camisa por dentro. Me puse un poco de colonia para disimular y salí de la habitación. Aún descalzo pasé por la cocina junto a la entrada y me metí entre los dientes un troz...