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Relato: Dinosaurios

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Dinosaurios      El taxi paró junto al camino que cruzaba el jardín. Llevaba desde navidad sin venir por casa y aquí parecía que se había parado el tiempo. Las luces de adorno siguen en el porche y mi padre ha vuelto a salir en bermudas y sandalias a recibirme.      —Hola, papá.      —¡Por fin! Llevo un par de horas esperándote y nada, que no aparecías. ¿No viste las llamadas? —Se acercó y me arrancó el abrigo del brazo donde lo llevaba colgado.      —¿Ya estás otra vez con eso? Sabes que desde lo de las torres gemelas no podemos tener el teléfono encendido en el avión.      —Cierto. Venga pasa, tiene que darnos tiempo a prepararnos.      Cuando entramos en la casa me costó un poco que se acostumbraran mis ojos a aquella penumbra. La casa se había convertido en una especie de santuario con fotos de mi madre por todos lados. Más de treinta conté, ¡sólo en el salón!      Colgó mi abrig...

Microrrelato: El pozo

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El pozo     Las existencias de madera se agotaron en el aserradero pocas horas antes del cierre, el día de Nochebuena. Los más rezagados seguían asegurando puertas y ventanas.     La cena de Nochebuena comenzaba a la hora de la merienda y con la llegada del ocaso, todos se apresuraban para apagar los fuegos y tapiar las chimeneas.     Los niños bajaban a los sótanos. La norma básica era no hacer ningún tipo de ruido hasta la mañana de Navidad.     Al caer la noche, el sonido de cascabeles rebotaba por las paredes del pueblo. Después, con cada «¡Ho!¡Ho!¡Ho!» el ambiente se tensaba. Recorría cada una de las casas, cada chimenea buscando un resquicio por donde pasar.     Con las primeras luces del día las calles quedaban mudas. Los lamentos tímidos salían por las cicatrices que dejó el hacha en las puertas. Los gritos de los que perdieron todo se apoderaban del ambiente.     Los niños aún frenéticos, ...

Relato: la vecina

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La vecina     Martina, mi vecina del tercero A tiene poco más de trece años. Llegó hace un lustro con sus madres huyendo de la capital.     Antes era una cría adorable que con el paso de los años se ha convertido en la mayor maleducada del mundo. Si nos ve a mí o mi marido llegando al portal, sale corriendo para entrar ella primero en el ascensor. Nos habla como si fuéramos el grupo de amigas esas a las que ve en el parque mientras fuma y bebe cerveza con una sucesión de tacos que describen las partes más íntimas de la anatomía humana. Incluso hay ocasiones en las que hace eso mismo en la entrada del bloque y para pasar parece que estamos haciendo slalom. Creo que no hace falta resumir que la jovencita nos tiene hasta el último pelo del remolino de la cabeza.     Aún recuerdo cuando llegaron y utilizamos los pomperos de mis nietos para que se entretuviera. Saltaba como una gacela de esos documentales que tanto le gustan a mi Paco. Saltaba y b...

Relato: materia prima

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Materia prima     Un par de puntos rojizos brillaban junto a la cortina del salón. Con la respiración acelerada, Claudia estaba sentada en el suelo abrazándose las piernas con las manos cubiertas de sangre.      —Señorita, nos han llamado para denunciar bastante ruido, ¿se encuentra bien? —dijo Elisabeth iluminando su cara con la linterna.      —Ha llamado la vecina de abajo, ¿verdad? Esa zorra envidiosa.      —Discúlpeme pero las preguntas las hago yo. ¿Está sola?      Claudia miró hacia su izquierda y Elisabeth siguió su mirada con la linterna. Un cuchillo jamonero estaba a unos pocos centímetros de su pie. Siguió recorriendo el suelo donde un pequeño río de sangre poco a poco iba ganando caudal. Una zapatilla torcida con su inquilino aún unido a ella hizo que levantara la luz de golpe para volver a iluminar la cara de Claudia. Sacó su pistola y la apoyó debajo de la luz.    ...

Relato: el pastel

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El pastel      Un unicornio se paró justo delante de mis narices y empezó a chuparme la cara. Sabía que lo que yo estaba viendo distaba mucho de la realidad. En mi casa estamos yo y mi perro Charly y, a parte de nosotros, ninguno de los otros seres eran reales. Me llevé las manos a la cara para apartar a aquel caballo con DLC y se esfumó en una nube de humo blanquecino.     —¡Charly! —grité levantando ligeramente la cabeza.     Apoyé las manos en el suelo enmoquetado y tirando de abdominales recuperé con cuidado la verticalidad quedándome sentado. Comencé a escuchar los ladridos que venían desde el salón pero, por más que miré en aquella dirección, era incapaz de llegar a verlo. Un enorme trol mohoso apoyaba su espalda contra el techo mientras me miraba fijamente y cubría con una de sus patas la puerta por la que se suponía debería llegar mi compañero de piso.     Agité la cabeza buscando despejar un poco la mente y solo c...

Relato: el entrenamiento

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El entrenamiento     Desperdiciar fuerzas conmigo. Eso era lo único que le importaba después de haberme cruzado la mano por la cara como un tren que arrolla a un conejo insignificante. Imparable. Sin inmutarse lo más mínimo.     En la academia O'Connor nos inculcaron desde el primer día que el hombre que proporciona información era un cadáver en potencia. Ya sea porque nos liquide su captor o porque nuestro propio gobierno decida que ya no es de utilidad.     La primera semana de formación es relativamente variada. El señor M se limita a pasear entre nosotros con una libreta deseando tachar el siguiente nombre.      El barracón donde vivimos apenas tiene un tragaluz en el techo y salvo cuando entra él y se va, no tenemos noción alguna del momento del día en el que estamos. Las raciones de comida son claramente insuficientes y las colocan en el centro de la sala en una posición intermedia entre las literas. Solo hay comida par...

Relato: cita a ciegas

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El relato de esta semana va de valorar a las personas que nos rodean y no perder el tiempo en cosas que no lo merecen. Sin más os dejo con el relato: cita a ciegas. Espero que os guste Cita a ciegas     Hasta esta noche no sabía que un trozo de cartulina podría ponerme tan nervioso. Lo tengo delante de mí, sobre el tapete de flores de una mesa redonda, sujeto por un portafotos de plástico amarillento y junto a una vela. «Diecisiete».     Pensaréis, pero si no es el primer día que vienes al local, ¿por qué precisamente hoy estás tan nervioso? Lo primero, es la primera vez que ella se ha dignado a aparecer. Me ha costado cambiar como veinte veces la foto de perfil de mis redes. Inventarme nombres exóticos que llamaran su atención. Incluso he pagado alguna que otra campaña publicitaria en eso del «Feisbu» para que le surgiera la curiosidad por mí. Pero el amor es así, no tiene límites.     La primera noche que vine conocí a Mariela que, aunque estoy seguro de ...