Microrrelato: La luz
La luz Abrió la puerta y allí solo se encontraba un niño como de ocho años que no decía ni palabra. Sin ver a nadie más, lo hizo pasar para que pudiera resguardarse de la lluvia. Las visitas que recibía eran realmente escasas, a su edad pocos querían escuchar sus batallitas de juventud que vivía como presente una y otra vez. Apañó de la cocina unas pocas galletas que quedaban en un frasco y un poco de leche y ofreció a su visita la mejor merienda que podía preparar. El niño se limitaba a mirarlo mientras estaba sentado en una silla donde balanceaba sus pies en el aire. Poco a poco fue entrando la noche y cuando el cansancio le pudo, una pequeña mano lo ayudó a levantarse. —Vamos abuelo, llevaba tiempo queriendo hablar contigo y que me cuentes las mil historias que sé que tienes para mí. Ambos se dirigieron a la puerta mientras que su cuerpo ya inerte aún se mecía. Se detuvo súbitamente. —Espera, Lolo. Voy contigo. Pero dame un momento que apague la tele qu