Relato: el entrenamiento
El entrenamiento Desperdiciar fuerzas conmigo. Eso era lo único que le importaba después de haberme cruzado la mano por la cara como un tren que arrolla a un conejo insignificante. Imparable. Sin inmutarse lo más mínimo. En la academia O'Connor nos inculcaron desde el primer día que el hombre que proporciona información era un cadáver en potencia. Ya sea porque nos liquide su captor o porque nuestro propio gobierno decida que ya no es de utilidad. La primera semana de formación es relativamente variada. El señor M se limita a pasear entre nosotros con una libreta deseando tachar el siguiente nombre. El barracón donde vivimos apenas tiene un tragaluz en el techo y salvo cuando entra él y se va, no tenemos noción alguna del momento del día en el que estamos. Las raciones de comida son claramente insuficientes y las colocan en el centro de la sala en una posición intermedia entre las literas. Solo hay comida par...