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Mostrando entradas de junio, 2021

Microrrelato: Algún día en la playa

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Algún Día En La Playa     —Primero —pensó un momento —tenemos que buscar una concha, lo más plana posible. Es importante que no sea muy grande.     —¿Cómo ésta? —Dijo Jaume.     —Puede valer. Ahora tienes que agarrarla fuerte con dos dedos. Pero siempre manteniendo ligeramente la inclinación. —Tomó otra concha similar y la sujetó de ejemplo —. Más o menos así. —Hizo una pausa y prosiguió —Ahora colócate a un par de metros de la orilla y corre hasta casi tocarla con los pies. Y, en ese momento, la lanzas con todas tus fuerzas desde la altura de tu rodilla hacia el mar.     —¡Vale! La sujeto como tú dices, correr y lanzar… —dudó un instante —¿Y cómo sabré si lo hice bien?     —La concha rebotará como un pez —afirmó.     —¿Y si fallo?     —Quedará clavada en el plástico y será fácil cogerla y probar de nuevo.     Por un momento Jaume quedó en silencio.     —Abuelo, ¿qué es un pez?   El relato que acabas de leer forma parte de mi libro Retales de un mundo mayor (disponible en Amazon ).  

Microrrelato: El contestador

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El contestador     Había pedido a los Reyes Magos que le devolvieran a su papá. Aun sabiendo la verdad, fue lo primero que pidió en cuanto aprendió a escribir. A cambio les regalaría el traje de gala y la medalla al valor que les trajo el coronel.     La mañana del día de Reyes bajó corriendo al salón. No había ningún regalo, solo un viejo teléfono fijo que estaba enchufado a la toma eléctrica.     —Tienes que descolgar y escuchar. —Le comenté emocionada.     Después de varios tonos salió la elocución: «Hola, en este momento no puedo atenderte, pero te llamaré en cuanto escuche el mensaje. ¡Hablamos!».     Desde ese momento, no he conseguido que se separe del teléfono.   El relato que acabas de leer forma parte de mi libro Retales de un mundo mayor (disponible en Amazon ).    ¿Te gustó el microrrelato? déjame tu opinión en los comentarios.  También puedes suscribirte a la lista de correo para no perderte nada. Y no olvides entrar en  http://www.evora.es  para leer más historias como

Relato: El zumbido de las libélulas

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El zumbido de las libélulas El móvil vibró encima de la mesilla junto a la cama. A tientas buscó el interruptor de la lámpara, la encendió y cogió el teléfono. —¿Quién es a estas horas? — Farfulló Ana que dormitaba junto a él. —Se está liando y bien en la sierra —Dijo Pucho mientras descolgaba las piernas por el lateral de la cama—. Nos piden a todos que vayamos ahora. —¡Tus jefes no respetan nada!, ayer llegaste a las mil con el tema de organizar la base y ahora no tienen la decencia de dejarte dormir un poco. —Sonaba muy enfadada, pero estaba derrotada por el sueño. —No te preocupes, estaré bien —dijo girándose hacia ella y recostándose ligeramente sobre la cama le dio un beso y una pequeña caricia en la mejilla—. Nos vemos luego. Acto seguido se levantó y comenzó a vestirse con la ropa del día anterior que reposaba en una silla a los pies de la cama. Se puso el pantalón vaquero y abrochó el cinturón. Siguió con la camisa y la comenzó a abotonar mientras se colaba los zap

Relato: Piel de leopardo y especias

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Piel de leopardo y especias     ¿Sabes esos días que no necesitas despertador para levantarte? Pues precisamente hoy es uno de ellos. Llevo toda la noche a medio dormir. Me habré despertado como unas cinco veces. Hacer papeleo desde siempre me dio muchos nervios, que si firmar documentos enormes en los que no te da tiempo a leer toda la letra pequeña, que si ir a un sitio e interactuar con la plebe que solo quieren mi dinero. ¡De todo esto se encargaba mi Manuel que en paz descanse!     No tendría que hacerlo si el muy cabrón no se hubiera ido de putas todos los viernes de los últimos quince años. Al principio yo no sospechaba nada, pero, se fue relajando y cada vez ponía menos empeño en que yo no me enterara. Yo sospechaba algo porque tener una reunión de accionistas a la semana no era muy normal y aún lo era menos que algunas de estas reuniones fueran en fechas señaladas. Pero hace un mes mis dudas se desvanecieron cuando me dijo «Celia, quiero el divorcio». ¡Mira! Se me empezó a hin