Relato: El silo

Relato: El silo

El silo

    Revisé por última vez el equipamiento antes de saltar. En el cinturón, un par de bengalas para señalar el objetivo, pistola con silenciador y tres cargadores. En la pierna derecha llevaba un cuchillo Ka-Bar que me regaló Mike cuando tuve a mi primer hijo. Según él era un recordatorio para volver a casa, pero estoy seguro de que fue para que dejara de pedirle el suyo.
    Me coloqué el arnés del paracaídas y en los cierres del pecho, coloqué el cortafrío con el que abrir un hueco en la alambrada.
    —¡Chicos! ¿Estáis listos? —Todos me miraron— El objetivo es Dimitri Nenko, un químico secuestrado por los insurgentes ucranianos. Inteligencia confirmó ayer con una imagen de satélite que se encuentra en estas instalaciones.
    Mike me miró y volvió a hundir su mirada contra sus pies. Llevábamos más de diez incursiones juntos y en ese momento siempre permanecía callado con sus dedos entrelazados, como si rezara a algún dios de los suyos.
    —El edificio es un silo de grano perimetrado por una valla electrificada de 3 metros de altura. —Proseguí — Solo tiene una entrada, custodiada por dos guardias. Está rodeado de un enorme campo de cereales. En la parte este hay una pequeña zona arbolada. Aterrizaremos justo detrás de ella. Ya sabéis lo que tenéis que hacer.
    Los tres asintieron con la cabeza. Ant me miraba deseando saltar. Como un perro que espera que le tiren la pelota para cogerla y destrozarla a mordiscos. El novato apunta maneras.
    «Acabamos de pasar la frontera. Dos minutos para el salto» 
    —¡Vamos chicos! Hagamos que nuestra nación se sienta orgullosa. — Comenzó su arenga Esteve — Esos hijos de puta están fabricando armas químicas y si no hacemos esto morirán miles de inocentes. ¡Solo nos tienen a nosotros! Así que saltemos y reventemos ese puto laboratorio de la muerte. —El muy cabrón sabía cómo sacar lo mejor de nosotros.
    La puerta del avión de transporte se abrió. Enganchamos nuestros paracaídas a la línea de salto y comenzamos a correr hacia el exterior. Un tirón fuerte y comenzamos a deslizarnos sobre el aire.
    Bajo mis pies todo estaba oscuro, era una zona rural sin edificios alrededor, solo el objetivo tenía una pequeña iluminación amarillenta. A los pocos minutos toqué suelo a unos cien metros del punto de encuentro. Solté el paracaídas y comencé a correr.
    Fui el último en llegar al punto base. Todos habían marcado ya que se encontraba en posición por el comunicador y eso significaba que las cervezas a la vuelta las pagaba yo. Era un pequeño pacto entre nosotros: Prohibido morirse sin pagar las deudas.
    Cuando llegué, Ant había despejado una zona del suelo donde colocó el dron. Sacó el control remoto y las gafas de realidad aumentada. Se las colocó y en lo que pestañea una mosca el aparato estaba a medio kilómetro sobre nuestras cabezas.
    —¿Qué ves? —Preguntó Esteve
    —En el muro norte está la torre eléctrica. No está custodiada por ningún guardia y se encuentra fuera de la alambrada.
    —OK, ¿Y la entrada principal?
    —Hay una garita que parece un búnker. Veo movimiento de dos personas. Van armados con subfusiles de asalto.
    —Perfecto, de esos me encargo yo — Dijo Mike
    —En el lado sur del edificio hay unos respiraderos grandes que deberían llevar al interior. Está en un punto ciego de los guardias.
    —Todo según nos informaron de jefatura. Cada uno que tome su posición. Ant, cualquier cosa que se mueva que no seamos nosotros, avisa por el comunicador. Mike, colócate al otro lado de estos árboles. Te quiero fijando su posición con el M40 y si ves el mínimo indicio de reacción ante nuestra presencia, dispara. Esteve, irás a la torre eléctrica y detonarás la carga de C4 en el transformador principal. Si todo sale bien, tendré un minuto para cortar la valla electrificada antes de que los generadores restablezcan el suministro. —Todos asintieron con la cabeza. —En marcha.
    Empecé a correr hasta el borde sur de la arboleda que nos daba cobijo. Cuando llegué me tiré al suelo y comencé a reptar. Los cascotes de tierra y las piedras se me clavaban en las rodillas y los codos. Esa noche no podría apoyarme en la barra del bar, pero el trigo que rodeaba el silo apenas alcanzaba el medio metro de altura y era arriesgado avanzar de otra manera. A mitad de camino, Mike marcó que estaba en posición. Casi llegaba a la valla cuando Esteve indicó que ya estaba listo. «Venga Doni, que siempre tenemos que esperarte. Menos cuando hay cervezas» sonó en mi oído. 
    —Estaré en posición en un minuto. Aquí te quería ver yo, tirado por este terragal lleno de insectos.
    «No seas llorón y avisa cuando estés»
    —En posición.
    «Ok, Doni. Carga C4 colocada. Temporizador en marcha», se escuchó un leve jadeo.
    —Estás mayor Esteve, vamos a tener que buscarnos un compañero más nuevo.
    «¡Cómo si os duraran mucho los nuevos!»
    «Alguien más que sepa manejar el dron, que esto es muy aburrido»
    «Ant, que todavía no tienes edad para llevar armas. Deja el trabajo duro para los mayores» Replicó Mike.
    —Venga, nos centramos. — Dije con una sonrisa dibujada en la cara. —¿Cuándo queda, Esteve?
    «4, 3, 2, 1»
    Y la luz exterior del complejo se apagó por completo.
    Me lancé contra la valla y con el cortafrío empecé a cortar los alambres. En poco más de medio minuto ya tenía un hueco lo suficientemente grande como para entrar. Dejé la herramienta fuera y pasé la alambrada. Salí corriendo como una exhalación hasta que llegué a la pared del edificio junto a los respiraderos. La luz volvió de golpe.
    «Doni, van hacia ti, no te separes de la pared»
    «Tranquilo, Ant. Yo me encargo». Se escucharon un par de tiros de Mike. «Vía libre»
    Con el cuchillo, retiré la cubierta metálica y salté al interior. Comencé a deslizarme en busca de una rejilla que me diera acceso a algún pasillo o sala desde donde comenzar mi búsqueda del Profesor Nenko. Pasé varias intersecciones cuando escuché hablar a un par de soldados. Hablaban tranquilamente, por lo que estaba claro que aún no sabían de nuestra presencia. Encontré una rejilla que quedaba justo encima de ellos. Saqué con cuidado mi 9mm e introduje el cañón por la rendija. Un par de tiros y se desplomaron en el suelo.
    Golpeé con los pies la rejilla y esta se cayó encima de los cadáveres de los vigilantes. Me descolgué sobre ellos. Los cacheé en busca de la tarjeta de acceso y la pasé por la cerradura electrónica de la puerta que estaban custodiando. La luz roja se apagó y se encendió el piloto verde. Solo un pequeño clic y la puerta estaba abierta.
    Agarré la pistola con ambas manos y con el pie di un leve toque a la puerta. Dentro estaba oscuro y no se escuchaba nada.
    —¿Profesor Dimitri Nenko?
    —Sí. — Una voz adormilada respondió.
    —Me han enviado a rescatarlo. Colabore conmigo y mañana estará junto a su familia.
    En el fondo de la habitación una silueta comenzó a moverse. Solo llevaba puesta la ropa interior.
    —No hay tiempo para explicaciones, es ahora o nunca.
    Se puso una bata que tenía sobre la única silla de la habitación, asintió con la cabeza y vino hacia mí.
    —Chicos, el profesor está conmigo y está bien. Comienzo la operación salida. —El comunicador permaneció en silencio mientras corríamos por los pasillos en busca de la entrada. —Necesito confirmación. ¿Vía libre para ir al exterior?
    Llegamos a la puerta de salida. Nos agachamos justo detrás de ella esperando la respuesta. Un par de tiros más del M40.
    «Vía libre Doni, todos los vigilantes han sido anulados»
    Usé de nuevo la tarjeta y la puerta exterior se abrió. Corrimos hacia la garita que custodiaba la verja de entrada al recinto. Uno de los guardias había quedado tumbado sobre la botonera de control a escasos centímetros del botón de alarma. El profesor me miraba desde la puerta. Retiré un poco el cuerpo y accioné la apertura de la cancela.
    —Cúbrenos Mike. 
    «Ok»
    Arma en mano, hice un gesto a Dimitri y ambos salimos. Comenzamos a correr agazapados en dirección a la arboleda cuando un proyectil impactó en mi pierna derecha, me desgarró el gemelo y caí al suelo como un saco de estiércol. En un acto reflejo comencé a disparar en dirección al tiro. Pero allí solo estaba el reflejo de la mira del M40.
    —¿Qué mierda ha sido eso Mike?
    «Lo siento amigo, el profesor se viene conmigo»
    —¡No me jodas! —Grité de dolor mientras Nenko quedó de rodillas cubriéndose la cabeza junto a mí.
    «No te preocupes, que lo dejas en buenas manos» 
    —¡Ant!, ¡Esteve!, ¡necesito ayuda! Mike me ha disparado.
    «No gastes saliva en hablar con los muertos»
    —Pero,¿qué?— La rabia llenaron mis palabras.
    «Estoy harto de esta mierda, ¿sabes? Mamá Rusia me ha ofrecido la retirada que me merezco después de estos diez años limpiando la mierda de otros»
    —¡Eres un hijo de puta!— Empecé a disparar hacia su posición cuando un nuevo tiro me arrebató el arma de la mano.
    «No tenías que haber hecho eso» 
    Junto a la arboleda, Mike se levantó y comenzó a caminar hasta donde me encontraba.
    «Tú siempre me has caído bien. No disfrutaré con esto como lo hice con el gilipollas de Esteve. Diez años aguantando sus tonterías de excombatiente amargado.»
    A medida que se acercaba, comencé a escucharlo sin el comunicador.
    —Ant era buen chico, pero lo incluyeron en la misión equivocada. — Prosiguió al tiempo que me apuntaba con su revólver a la cabeza. —Profesor, ya está a salvo. Sígame. Este hombre nos ha traicionado y estaba a punto de entregarle al enemigo, por eso ha sido abatido. No es seguro que esté junto a él. Acompáñeme.
    Nenko comenzó a caminar hacia Mike y se colocó detrás de él. 
    —Siga corriendo hacia los árboles. No mire atrás. Me reuniré con usted en cuanto acabe aquí.
    El profesor salió corriendo entre el trigo. Yo me hice un ovillo en el suelo rodeando mis piernas con los brazos. El frío cañón tocó mi sien.
    —¡Levántate!
    Me puse de rodillas mientras no dejaba de apuntarme. Golpeé con mi antebrazo izquierdo su muñeca tirando el arma al suelo. Con la mano derecha, extraje el Ka-Bar y se lo clavé en su pierna. Acto seguido cayó al suelo junto a mi.
    Con su pierna buena me golpeó en la cabeza y por un momento mi vista se nubló. Continuó golpeándome. El zumbido de los golpes colapsaba mi cuello, apenas podía ver entre la sangre que cubría mis ojos. Se detuvo un segundo para extraer el cuchillo de su pierna y arrojarlo lejos de mi alcance. Recogió su pistola del suelo y clavó su rodilla bruscamente en mi estómago. El dolor era insoportable. La sangre empezó a brotar por mi mandíbula.
    —¿No entiendes que estoy harto de esta puta vida? El profesor es mi billete a la libertad y no voy a dejarlo esca... 
    Mientras me hablaba, volvió a situar su pistola en mi cabeza. Entre ceja y ceja. El muy traidor no paraba de justificarse. Con la mano palpé mi cinturón donde aún conservaba las bengalas para balizar el objetivo. Desenrosqué la protección y la saqué. Enganché la hebilla de encendido con uno de los anclajes de mi cinturón.
    —… Esto no debería haber terminado así. Nos veremos en el infierno— Justo en el momento que amartilló su arma, tiré fuerte de la bengala. Cuando vio el brillo miró por un instante hacia mi mano y, con la fuerza que me quedaba, clavé el fuego rojo en el ojo de aquel bastardo.
    Empezó a retorcerse de dolor por el suelo, maldiciéndome. Dí un par de vueltas en dirección contraria a él. Cogí el resto de bengalas y las lancé sobre el trigal entre nosotros y el silo. Me incorporé como pude y arrastrando la pierna conseguí llegar a los árboles cuando las bombas tocaron suelo. La onda expansiva me dejó inconsciente junto a Dimitri.
    ***
    Los pitidos del monitor me despertaron. A los pies de la cama del hospital, un agente de la policía militar hacía guardia leyendo el periódico.
    —¿Dónde están mis compañeros?— Con cada respiración parecía que me ardían las costillas y paré de hablar.
    —Descanse Señor. Sus compañeros han fallecido en acto de servicio. Dos por herida de bala y el tercero por el impacto de uno de los proyectiles. Todos serán condecorados en cuanto usted se recupere.

 

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Créditos: Photo by Miguel Bernardo on Unsplash

Comentarios

  1. Enhorabuena por tu relato compañero, estaremos atentos a nuevas entregas. 👍🏻

    Un saludo.
    R. Budia
    www.RubioBudia.com

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  2. Muy buen relato, Juan. Interesante hasta el final. No voy a hacer spoiler... Pensaba que iba a acabar de otra forma. Un saludo.

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    1. Supongo que es por haber escrito mucho microrrelato que siempre intento buscar finales que no dejen indiferente.
      Gracias por pasarte!

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  3. Te has documentado muy bien. Has cuidado los detalles y has creado una atmósfera realista. El final inesperado genial.

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    1. La verdad es que un detalle como el tipo de cuchillo o la altura del trigo dicen mucho más de lo que a primera vista se lee.
      Muchas gracias por tu comentario, Juan.

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  4. Genial Juan, te superas cada semana Enhorabuena ‼️ 👏👏👏

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    1. Con cada relato intento aprender algo nuevo y poner en práctica distintas técnicas. Si va teniendo efecto, ¡genial!
      Muchas gracias por leerlo!

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